jueves, 27 de marzo de 2014

Educación basada en competencias

Ha estado circulando en Facebook una publicación que supuestamente habla de la educación basada en competencias, criticando este modelo de enseñanza. Esta publicación cuenta que en una tienda la empleada no supo hacer una simple operación matemática para entregar el cambio al cliente y entonces empieza a hacer un recuento de cómo era y cómo es la educación y al llegar a la educación basada en competencias afirma elementos falsos sobre ella. La publicación dice lo siguiente:

La semana pasada compré un producto que costó $158. Le di a la cajera $200 y busqué en el bolsillo $8 para evitar recibir más monedas. La cajera tomó el dinero y se quedó mirando la máquina registradora, aparentemente sin saber que hacer. Intenté explicarle que ella tenía que darme $50 de cambio, pero ella no se convenció y llamó al gerente para que la ayudara. Tenía lágrimas en sus ojos mientras que el gerente intentaba explicarle y ella aparentemente continuaba sin entender.
¿Por qué les estoy contando esto?
Porque me di cuenta de la evolución de la enseñanza desde 1950 y de las condiciones actuales que se manejan en muchas escuelas públicas y peor en las privadas, tanto en el ámbito académico como en el trato a los alumnos, (ahora los mocosos, aparte de inoperantes son "intocables", aportando las instituciones educativas generaciones déspotas y nefastas a la sociedad)
1. Enseñanza de matemáticas en 1950:
Un cortador de leña vende un carro de leña por $ 100.00. El costo de producción de ese carro de leña es igual a 4/5 del precio de la venta.
¿Cuál es la ganancia?
2. Enseñanza de matemáticas en 1970:
Un cortador de leña vende un carro de leña por $ 100.00.. El costo de producción de ese carro de leña es igual al 80% del precio de la venta.
¿Cuál es la ganancia?
3. Enseñanza de matemáticas en 1980:
Un cortador de leña vende un carro de leña por $ 100.00. El costo de producción de ese carro de leña es de $ 80.00.
¿Cuál es la ganancia?
4. Enseñanza de matemáticas en 1990:
Un cortador de leña vende un carro de leña por $ 100.00. El costo de producción de ese carro de leña es de $ 80.00. Escoja la respuesta correcta que indica la ganancia:
( ) $ 20.00 ( ) $40.00 ( ) $60.00 ( ) $80.00 ( ) $100.00
5. Enseñanza de matemáticas en 2000:
Un cortador de leña vende un carro de leña por $ 100.00. El costo de producción de ese carro de leña es de $ 80.00. La ganancia es de $ 20.00.
¿Es correcto?
( ) Si ( ) No

6. Enseñanza de matemáticas en 2010:
Un cortador de leña vende un carro de leña por $ 100.00. El costo de producción de ese carro de leña es de $ 80.00. Si Ud. sabe leer coloque una X en los $ 20.00 que representan la ganancia.
( ) $ 20.00 ( ) $40.00 ( ) $60.00 ( ) $80.00 ( ) $100.00
7. Educacion por competencias:
Un cortador de leña vende un carro de leña por $ 100.00. El costo de producción de ese carro de leña es de $ 80.00. Reunánse en equipos de 4 para decidir:
a) El nombre del cortador de leña. (Español)
b) Dibujen al hombre cortando la leña. (Artísticas)
c) Hagan la siguiente operacion 100-80=veint_. (Matemáticas)
d) Hace bien el hombre en cortar la leña. (Ética)
8. Evaluación final
Si el alumno o alumna no pudo o no quiso realizar las actividades del punto anterior
considerar:
Asistencia, zapatos, peinado, uniforme, carpeta (no importa si sólo trae la carpeta, sin apuntes) No se te ocurra reprobarlo!! porque ahora si vas a conocer a su papá y/o a su mamá, a derechos humanos y hasta al periodista que te retratará por ser un maestro injusto.

Es verdad que se trata de una broma, pero es una broma dirigida a criticar un modelo, por ello, debería tener una imagen veraz de ese modelo.
Es decir, no es falso lo que afirma sobre la educación actual y su evolución. Ciertamente hemos pasado por estas etapas y así ha ido decayendo la educación. No es una objeción a esto lo que quiero proponer. Coincido completamente con la crítica. La objeción radica en que esto no es un modelo basado en competencias, sino en otra teoría pedagógica conocida como constructivismo, nombre que se le da a un conjunto de teorías educativas que se fundamentan en la psicología de Piaget y en las ideas de las llamadas Escuelas Nuevas (Freinet, Montessori, Waldorf, Summerhill, Freire, etc.).
El constructivismo (o los constructivismos) proponen que los estudiantes son entes activos en el aprendizaje (lo cual es bueno), pero también proponen que lo importante es el proceso de aprendizaje y no el resultado. Es decir, no importa lo que aprendas, sino que el proceso que tengas sea agradable, adaptado al estudiante. Por ejemplo, cuando dice en el número 7 «reúnanse en equipo» esto es típico de las escuelas activas y se enfocan más en lo importante que es trabajar en equipo que en el producto de ese trabajo.
Si un estudiante no quiere aprender matemáticas, no tiene por qué aprenderlas; cuando él sienta la necesidad de aprenderlas, las aprenderá. Por supuesto, si nunca siente esa necesidad, nunca lo hará. Como en el caso de la chica del ejemplo.
La llamada Escuela Nueva fue la precursora de este tipo de educación. Dejad libres a los niños, ellos harán lo suyo. Así funciona, por ejemplo, el sistema Montessori. Quienes hayan asistido a una escuela Montessori en México dirán que estoy equivocado, porque esta no es así. Sin embargo, este sistema en nuestro país ha sido adaptado porque tenemos una educación institucional rige todos los modelos, por lo que las escuelas Montessori en México no son tan Montessori como la misma Montessori propuso. La inventora de este sistema lo dijo claramente: «la cosa más fácil es hacer comprender a la profesora que para el progreso del niño, ella se debe eclipsar y renunciar a todos los derechos que, antes, eran de ella; debe entender muy bien que no puede haber ninguna influencia ni sobre la formación ni sobre la disciplina del alumno, y que toda su confianza debe ser puesta en las energías latentes de su discípulo» (Montessori, M. Em Familia. Citado por Moacir Gadotti en Historia de las Ideas Pedagógicas. Trad. Nohemí Alfaro, Siglo XXI, México, 2005, p. 158).
La evolución de estas ideas llegó al siglo XXI como constructivismo, un nombre del que nadie está seguro qué significa, pero que reúne teorías que proponen la mínima intervención del docente. Incluso, en algunos casos, cuestionan absolutamente la evaluación y proponen que no se debe evaluar a los estudiantes porque el profesor no tiene derecho alguno a decidir si el estudiante sabe o no sabe. A estas posturas las llamé equivocistas y una descripción más clara fue publicada en Hacia un paradigma hermenéutico analógico de la educación.
Por su parte, la educación basada en competencias ha existido desde antiguo, aunque no con ese nombre y es un modelo educativo que se opone a la escuela nueva. En realidad es un modelo adoptado por organizaciones de corte mercantilista como el Banco Mundial o la OEA. Lo que pretende este modelo es evitar el aprendizaje inútil y centrarse en lo que el estudiante realmente necesita. Por supuesto, podemos no coincidir en qué es lo que realmente necesita, pero este es el fundamento del modelo y por ello mencioné que ha existido antes.
Por ejemplo, la enseñanza de la medicina, el derecho y de la arquitectura han funcionado siempre bajo un modelo basado en competencias, aunque muchas escuelas actuales lo han perdido. Es la única forma de asegurarnos que un médico, un abogado o un arquitecto sean buenos.
En el modelo basado en competencias no importa que el médico pueda repetir verbalmente (decir) cómo se hace una apendicetomía; lo importante es que pueda realizar una. Por ello, realiza ejercicios con modelos de plástico, con cadáveres y, tiempo después, con personas reales. Pasa tiempo como «interno», es decir, como «pupilo», «discípulo» de doctores experimentados que le van enseñando y lo supervisan hasta que lo consideran «competente».
De igual manera un arquitecto realiza planos y maquetas como si fueran reales, aunque sus edificios sean hipotéticos. Los abogados también: se les da un caso hipotético que tienen que resolver como si fuera real, recopilando información y generando un expediente o una demanda o una defensa tal cual la entregarían en un juzgado real.
Esto es educación basada en competencias. En ella no importa el proceso, sino el resultado. Si una persona logra un objetivo, no importa cómo lo logró. El haberlo logrado lo hace competente.
Es por ello que la afirmación de la publicación en FB es falsa. Si la chica de la historia hubiera estudiado en un sistema basado en competencias, su profesor de matemáticas le hubiera hecho, como examen final, un ejercicio en donde ella habría tenido que dar cambio realizando operaciones aritméticas básicas. Si daba el cambio correcto, hubiera acreditado; si no, pues no.
El elemento central de la educación basada en competencias es la simulación. Similar que estamos en situaciones reales es el modo en el cual evaluamos si una persona es o no competente. Esto hace que la evaluación en este modelo sea distinta al tradicional examen, especialmente al examen de opción múltiple, el cual es absolutamente incapaz de evaluar competencias. Para saber si alguien es competente utilizando Word, hay que sentarlo frente a la máquina y pedirle que escriba un documento, usando estilos, corrigiendo idioma, ajustando párrafos, cambiando colores y tipos e fuente, etc. Si lo hace, es competente; si no, no lo es.
Muchas universidades prestigiosas utilizan un modelo basado en competencias. Creo que todos conocemos casos de proyectos estudiantiles que llegaron a realizarse. Casi siempre salieron de escuelas con modelos basados en competencias porque en ellos se les pide a los estudiantes que realicen proyectos «realistas», factibles, potencialmente realizables. Las ferias de emprendedores (que no sólo existen en las universidades privadas, también en las públicas) son lugares donde esos proyectos se muestran e, incluso, se buscan inversionistas para llevarlos a cabo. La calificación de alguna o algunas asignaturas depende de que el proyecto se venda o no.
La educación basada en competencias está fundamentada, ciertamente, en una necesidad industrial. Las empresas no quieren contratar gente con estudios pero «incompetente», les sale muy caro. Así que han presionado a las universidades para que preparen por competencias. Y si lo reflexionamos, no es tan erróneo esto, ¿o sí? Si vas con un mecánico a arreglar tu auto, ¿qué buscas en él?, ¿que tenga título en ingeniería o que sea competente para arreglar tu auto?, si necesitas un médico, ¿qué es más importante, su posgrado en el extranjero o que sea competente para curarte? Si quieres un arquitecto qué es más importante, ¿su ropa, que su oficina está bonita o que la casa que te diseñe sea funcional y resistente? A todos deberían importarnos las competencias, aunque, de facto, no sea así. A veces juzgamos a un médico por su atuendo o su consultorio y terminamos con el que cobra más caro aunque sea menos competente que otro que cobra menos, que tiene un consultorio desarreglado y que viste feo.
Entonces, que seamos nosotros los incompetentes no hace que el sistema por competencias falle por sí mismo.
Seguramente todos tuvimos un profesor que nos enseñó por competencias, aunque no lo decía y, quizá, ni siquiera lo sabía. Un profesor que dijo «al diablo el temario, ustedes tienen que aprender esto» y nos enseñó a hacer cosas importantes para nuestra vida diaria o profesional.
Algunos de mis estudiantes podrán constatar que yo fui así, por eso creo en este modelo. A mí no me importaba que recitaran la Crítica de la razón pura de Kant o que pudieran definir los elementos de la acción buena según Santo Tomás. Mis exámenes, sobre todo al final del curso, preguntaban cosas como «Estás en la situación tal y tal, tienes que tomar una decisión entre hacer esto o hacer aquello, ¿qué harías y cómo justificarías tu elección con base en lo que viste en clase?». En más de una ocasión las respuestas de los estudiantes me eran despreciables, como quien respondió que ser tramposo era mejor que ser honesto; pero dado que utilizó su propio criterio, usó lo visto en clase y su argumentación fue adecuada, entonces obtenía buena calificación, porque era «competente para defender moralmente su punto de vista» que era lo que me interesaba.
Ahora, ¿qué está pasando en México? Inquietante pregunta. En nuestro país, como de costumbre, en el que nuestras autoridades viven en la completa y absoluta ignorancia de los postulados teóricos, en donde se hacen las cosas sin pensar (porque la ciencia no piensa, sólo la filosofía es pensamiento, según nos explica Heidegger), en donde el trabajo del filósofo es despreciado y subestimado, en donde se cree que lo que hicieron otros es bueno y hay que copiarlo; en este país hemos adoptado el sistema de educación basado en competencias y el constructivismo ¡al mismo tiempo! Como si fuesen compatibles.
Entonces se dice que en México la educación está basada en competencias y los planes de estudio así lo señalan, pero esto no es verdad. No lo es porque si revisamos los planes de estudio todavía están diseñados con base en contenidos y con base en objetivos, aunque se redacten en primera persona y como si fueran competencias. Pero no son competencias. Además, los profesores no han sido capacitados para trabajar por competencias (lo sé porque he dado muchos cursos y no tienen ni idea de cómo se trabaja por competencias, igual que quien inventó la publicación de FB); y, por si fuera poco, existen pruebas como ENLACE y PISA que no son pruebas para medir competencias —ninguna prueba estandarizada será capaz jamás y bajo ninguna circunstancia, de evaluar competencias, porque las competencias no son estándar, no son universales, son siempre circunstanciales: se es competente aquí y ahora.
Cosas tan absurdas y aberrantes como el pase automático de un grado a otro no corresponden a un modelo basado en competencias. ¿Cómo promovemos de grado a un estudiante sin saber si es competente?
En los sistemas basados en competencias (porque no es un modelo único, sino que se manifiesta de muchas y múltiples maneras) la evaluación es sumamente importante, porque sólo puede aprobar quien es competente. Lo importante es la forma de pensamiento subyacente «¿sabes hacer esto?, ¡demuéstramelo!». Esto puede ser criticable, ciertamente, pero lo importante aquí, me parece, es señalar que las afirmaciones de la publicación del FB son falsas y se está acusando erróneamente a un modelo educativo de promover cosas que no son. Esto provoca más desinformación en una sociedad de por sí desinformada.
Lo peor es que muchos libros sobre competencias están también cayendo en este error y terminan siendo fuentes de desinformación porque a la industria editorial le interesa vender libros y como todos están ahorita necesitados de entender «las competencias», entonces van y compran los libros que hay cuando en realidad son muy malos.
Que el modelo basado en competencias puede y debe ser criticado, es verdad, pero hay que hacerlo con conocimiento de causa y no con mentiras.
Yo defiendo el modelo basado en competencias porque creo que es lo más útil en esta y cualquier sociedad y para cualquier carrera. Porque, si está bien entendido, este modelo produce gente que sabe utilizar lo que aprende y garantiza que una escuela no dejará «salir» a nadie que no sea competente. Una buena universidad basada en competencias sólo permitirá que se gradúen aquellos que sepan y puedan hacer cosas y no permitirá que se gradúen quienes sean aún incompetentes. Esta es una garantía que este modelo nos podría otorgar, si no fuera corrompido por cosas como el constructivismo o la evaluación estandarizada o, peor aún, porque estas universidades en realidad sólo quieren ganar dinero y dicen enseñar por competencias pero, al final de cuentas, «si pagas, apruebas».
La estrategia retórica de esta publicación en FB es muy clara y muy poderosa: a un público desinformado les presentan un diagnóstico verdadero de la educación y después le asignan falsamente un culpable, por lo que la gente, que desconoce de pedagogía, acepta acríticamente lo dicho en el discurso y termina por afirmar que es verdad lo que se dice. Pero no es así.

Insisto, para terminar. El diagnóstico de esta publicación es verdadero, pero es falso que sea el sistema basado en competencias el culpable. El culpable es el constructivismo cuyas bases son la psicología de Piaget y el movimiento de la Escuela Nueva o Escuela Activa. Si la chica del ejemplo hubiera sido educada realmente en un sistema basado en competencias, habría dado correctamente el cambio y lo habría calculado con rapidez y eficacia.

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